martes, 22 de junio de 2010

La Biblia. Caín y Abel

Caín dijo a su hermano Abel: "Vamos afuera". Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató.
La Biblia, Génesis.


Leyenda
Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen.
Abel contestó:
-¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
-Ahora sé que en verdad me has perdonado -dijo Caín-, porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar.
Abel dijo despacio:
-Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.
Jorge Luis Borges

3 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=QXoFeK-82WY
    "Hijos de Caín"
    Barón Rojo

    ResponderEliminar
  2. Ruanda es un país montañoso. África se caracteriza más bien por sus llanuras y altiplanos; en Ruanda, sin embargo, no hay más que montañas y más montañas. Se elevan hasta alcanzar cotas de dos mil y tres mil metros, e incluso más altas. (...) Mientras la población de los países africanos es, por regla general, multitribal (en el Congo viven trescientas tribus, doscientas cincuenta en Nigeria, etc), Ruanda está habitada por una sola comunidad, un solo pueblo, el banyaruanda, que se divide en tres castas tradicionales: la de los propietarios de rebaños, tutsis (14 por ciento de lapoblación); la de los agricultores, hutus (85 por ciento) y la de los jornaleros y criados, twa (1 por ciento). Este sistema de castas se formó siglos atrás(...)
    El tutsi se sienta en el umbral de su choza y contempla sus rebaños paciendo en la pendiente de la montaña. Esta visión lo llena de orgullo y felicidad.
    Los tutsis no son pastores ni nómadas, ni siquiera ganaderos. Son dueños de los rebaños, son la casta dominante, la aristocracia.
    Los hutus, en cambio, forman la casta, mucho más numerosa, de los agricultores. Entre tutsis y hutus dominaban unas relaciones feudales: el tutsi era el señor y el hutu, su vasallo.
    Paulatinamente, a mediados del siglo XX, crece un conflicto dramático entre las dos castas. Lo que se disputan es la tierra. Ruanda es pequeña, montañosa y muy densamente poblada. (...) no hay lugar al que retirarse, no hay adonde retroceder. Entretanto, crecen los rebaños propiedad de los tutsis y se necesita cada vez más pastos. Esos nuevos pastos sólo se pueden crear de una manera: quitando tierras a los campesinos, es decir echando a los hutus de sus campos. Para empeorar las cosas las tierras que cultivan son de mala calidad (...) los aguaceros se llevan cada año considerables extensiones de terreno(...) donde antes los hutus tenían sus campos de mandioca y maíz, ahora parece una roca desnuda.(...)
    He aquí el panorama de Ruanda en los años cincuenta, cuando en escena aparecen los belgas. (...)
    Hasta entonces los belgas habían gobernado Ruanda apoyándose en los tutsis: se apoyaban en ellos y los utilizaban. Pero los tutsis forman la capa más instruida y ambiciosa de los banyaruanda, y son precisamente ellos los que ahora exigen la independencia (...) Así que Bruselas, bruscamente, cambia de táctitca: abandona a los tutsis y empieza a apoyar a los hutus, más sumisos y dispuestos a compromisos. Comienza por iniciarlos contra los tutsis. Los efectos de tal política no se hacen esperar. Los hutus, animados y envalontenados, se lanzan a la lucha. En 1959 estalla en Ruanda una sublevación campesina. (...)Nutridos grupos de campesinos hutus, desbocados y armados con machetes, azadas y lanzas, se abalanzaron, como un vendaval incontrolado, sobre sus amos y señores tutsis. Había dado comienzo una gran masacre que África no había visto en mucho tiempo.

    (...)

    Por eso, más tarde, los asustados y ya vencidos hutus huían al Zaire y una vez allí, deambulaban de un lugar a otro, llevando sobre las cabezas sus míseras pertenencias. Al ver en televisión sus interminables columnas, los europeos no conseguían comprender qué fuerzas impelían a andar y andar a aquellos caminantes exhaustos, a aquellos esqueletos, formados en disciplinadas filas, sin parada ni descanso, sin comer ni beber, sin palabras ni sonrisas; a recorrer humilde y obedientemente y con un vacío en los ojos su infernal camino de culpa y de tormento.

    “Conferencia sobre Ruanda” en Ébano. Ryszard Kapuściński.

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué alegría y qué emoción verte por aquí, Flora! Un abrazo

    ResponderEliminar