domingo, 27 de junio de 2010

Grecia. Homero. El monstruo y la belleza


Llegó el cíclope por la tarde conduciendo sus ganados de hermosos vellones e introdujo en la amplia cueva a sus gordos rebaños, a todos, y no dejó nada fuera del profundo establo, ya porque sospechara algo oporque un dios así se lo aconsejó. Después colocó la gran piedra que hacía de puerta, levantándola muy alta, y se sentó a ordeñar las ovejas y las baladoras cabras, todas por orden, y bajo cada una colocó un recental.
Homero, Odisea, Ulises y Polifemo



"Yo me conozco, sabes, y hace poco me he visto reflejado en el agua transparente, y al mirarme me ha gustado mi aspecto. ¡Mira qué grande soy: ni siquiera Júpiter en el cielo (...) tiene un cuerpo mayor que éste! (...) Y no consideres feo el hecho de que mi cuerpo esté abundantemente recubierto de duro vello: feo es el árbol sin hojas, feo es el caballo si rubias crines no velan su cuello; los pájaros están cibiertos de plumas, la lana es la belleza de las ovejas: a los hombres les sienta bien la barba y el vello hirsuto en el cuerpo. Hay un solo ojo en medio de mi frente, pero es igual a un enorme escudo. Y además, ¿qué pasa? ¿Acaso no ve el Sol todas estas cosas desde el vasto cielo? Y sin embargo, también el sol tiene un solo ojo." (...)
Cuando he aquí que, enfurecido, nos ve a mí y a Acis, que, desprevenidos, no nos temíamos nada semejante, y grita: "¡Os he visto, y voy a hacer que éste sea vuestro último encuentro amoroso!"
Ovidio, Metamorfosis



(...) Donde espumoso el mar sicilïano
el pie argenta de plata al Lilibeo,
bóveda o de las fraguas de Vulcano
o tumba de los huesos de Tifeo,
pálidas señas cenizoso un llano,
cuando no del sacrílego deseo,
del duro oficio da. Allí una lata roca
mordaza es a una gruta, de su boca. (...)
De este, pues, formidable de la tierra
bostezo el melancólico vacío
a Polifemo, horror de aquella sierra,
bárbara choza es, albergue umbrío
y redil espacioso donde encierra
cuanto las cumbres ásperas cabrío
de los montes esconde: copia bella
que un silbo junta y un peñasco sella.
Un monte era de miembros eminente
este (que, de Neptuno hijo fiero,
de un ojo ilustra el orbe de su frente,
émulo casi del mayor lucero)
cíclope, a quien el pino más valiente,
bastón, le obedecía, tan ligero,
y al grave peso junco tan delgado,
que un día era bastón y otro cayado. (...)
Luis de Góngora, Fábula de Polifemo y Galatea









No hay comentarios:

Publicar un comentario