jueves, 24 de junio de 2010

La Biblia. El Cantar de los Cantares


¡Que me bese con los besos de su boca!
Mejores son que el vino tus amores;
exquisitos de aspirar tus perfumes,
tu nombre, un ungüento que se vierte, por eso te aman las doncellas. (...)
-¡Qué bella eres, amada mía,
qué bella eres!
¡Palomas son tus ojos!
-¡Qué hermoso eres, Amado mío,
qué delicioso!
Puro verdor es nuestro lecho. (...)
-Como el lirio entre los cardos,
así mi amada entre las mozas.
-Como el manzano entre los árboles silvestres,
así mi Amado entre los mozos (...)
Porque es fuerte el amor como la Muerte;
obstinado como el seol, el celo.
Saetas de fuego, sus saetas,
una llama de Yahvéh.
Grandes aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarle.
La Biblia, El Cantar de los Cantares

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme, dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
San Juan de la Cruz, "Noche oscura del alma"
Fotografía, Robert Mappelthorpe
Pero yo te sufrí, rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Federico García Lorca

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