carrera la hija de peneo y lo dejó con la palabra en la boca;
y aún entonces le pareció bonita: el viento desnudaba
su cuerpo, soplos contrarios agitaban el vestido en su dirección

y una ligera brisa hacía retroceder su cabello en movimiento:
la huida aumentaba su belleza. Pero el joven dios no aguanta
más desperdiciar sus requiebros y, tal como le aconsejaba
el mismo Amor, sigue sus huellas a paso desbocado. (...)
Agotadas sus fuerzas, palideció ella y vencida por el esfuerzo
de la rápida huida dijo mirando a las aguas del Peneo:
"¡Ayúdame, padre, si los ríos sois divinidades, echa a perder,
cambiándola, esta figura con la que he gustado demasiado!"
Apenas acabó su plegaria, un pesado sopor invade sus miembros:
una delgada corteza ciñe su tierno pecho,
sus cabellos crecen como hojas, sus brazos como ramas, sus pies ha poco tan veloces se adhieren en raíces perezosas,
en lugar del rostro está la copa: sólo la belleza queda en ella. (...)
Ovidio, Metamorfosis
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
Garcilaso de la Vega
Cuando Gregorio Samsa despertó aquella mañana, luego de un sueño agitado, se encontró en su cama convertido en un insecto monstruoso. Echaba echado sobre el quitinoso caparazón de su espalda y, al levantar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas durezas, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha, visiblemente a punto de escurrirse hasta el suelo. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia.
-¿Qué ha sucedido?
No, no soñaba.
Franz Kafka, La metamorfosis
Fotografía: Bernini, "Apolo y Dafne"
Amb una mà agafada a la barana de ferro, amb l'altra aguantant-se els cabells que el vent li tirava a la cara, baixà a la teulada. El cel tibant, velat a una banda per pols d'estrella, foradat a l'altra per estrelles grosses, l'envalentia. Amb els braços oberts per no perdre l'equilibri, i amb els cabells davant dels ulls, s'acostà a la cornisa reixada com una punta; tornà a mirar el banc de pedra que amb prou feines distingia, els arbres que s'acostaven al cel i el cel que s'acostava als arbres... es passà la llengua pels llavis unes quantes vegades. Si tens la llengua cargolada una bona estona contra el paladar, sentiràs el gust del nèctar. El llorer, fullat sota seu, que el vent feia gronxar, semblava un mar d'aigua negra. Una teula es desprengué i un peu li relliscà. En el moment de tirar-se daltabaix li sortí un gemec de la boca oberta.
ResponderEliminar"Mirall trencat", Mercè Rodoreda